jueves, 30 de agosto de 2007

Disfrutar una tormenta dentro de un coche



Una aldea en los Picos de Europa, Asturias. No más de quince casas, un solo bar que sirve como tienda y oficina de correo. Un lujo. Casi una hora de introspección en la montaña. Me hacía falta un momento así. Recuerdo vivamente Light years away, una hermosa película del suizo Alain Tanner, desconocido para la masa. Una de las revelaciones que tiene el personaje principal, un hombre rebelde, se da precisamente al disfrutar de una tormenta cómodamente sentado dentro de su furgoneta, con queso, pan y vino. Me hacía falta un momento así.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Ángel caído


A éste le falló la puntería y el cálculo. Pero también se puede decir que es un genio del equilibrio. Total, para lo que sirve la cabeza al final de todo. Estos son el tipo de detalles que me encanta descubrir de Madrid, con todos esos rincones, recovecos e instantes que perviven sólo para ser vistos. A diferencia de Barcelona, por ejemplo, donde todo está pensado para asombrar desde el primer momento, Madrid se ha edificado (y caracterizado) poco a poco, sin el objetivo de deslumbrar sino de caminar e irse encontrando poco a poco con la ciudad y sus misterios. Una ciudad en la que el asombro envuelve lentamente, una ciudad más villa que corte.

Permiso para prohibir

Salí temprano de casa para tramitar un nuevo pasaporte en la Embajada, que al otro se le acabaron los días. Iba de camino contento en la fresca mañana madrileña, y me encuentro, no sin antes dudar, este grafo. Pensé que era el típico de "Prohibido fijar carteles" pero luego pillé el juego. Y es que en esta España posfranquista casi todos mis amigos españoles de generación y andanzas han pasado por la mili. Historias les sobran, pero también es verdad que rieron y fliparon cuando les conté la peculiar forma de hacer el servicio militar en México cuando se cumple la mayoría de edad. ¿Alguien recuerda el sistema de bola negra/bola blanca? Según me han dicho mis hermanos, ahora la onda es diferente y la mili mexicana se ha convertido en una tentativa de servicio social. Sin embargo, ahora reformamos (qué palabra tan francesa) el famoso lema de aquel mayo parisino, el "Prohibido prohibir" por el "Permiso para prohibir" que se llenen los cuarteles de chavales con más acné que ganas de ser carne de cañón.
Madrid, calle León 31, como bien se observa, cerquita de Antón Martín.